domingo, 10 de junio de 2012

MIÉRCOLES 18 DE ABRIL


DESCRIPCIÓN:

Inicié la jornada con la realización general del aseo, ya que este día le correspondió la disciplina a la profesora Dora Posada.
Posteriormente leí el cuento tradicional africano ¿por qué la rana y la serpiente nunca juegan juntas? Maicol, un estudiante de otra religión hizo la oración para iniciar la jornada.
Continuamos con la clase de matemática: “orden en las operaciones básicas”, aclaré dudas respecto a la comprensión del tema y la mayoría de los estudiantes entendieron el proceso para la resolución de operaciones.
En la clase de inglés, los estudiantes resolvieron la sopa de letras e identificaron las palabras que debían descubrir. Estuvieron muy atentos y manifestaron disponibilidad para aprender. Juan Esteban memorizó con facilidad la pronunciación en inglés de las palabras y realizó el ejercicio con la fotocopia y pidió que le entregaran la hoja que no tenía  pistas.
En la clase de español, respecto a la dinámica “te regalo este palito”, un niño manifestó que es muy maluco uno expresar algo que no siente.
Carlos Dulfay me miró muy feo porque le hice una recomendación y le dije que si sus ojos fueran balas yo ya estaría muerta, a lo que él respondió “ojalá”.
A un estudiante que se llama Maicol, lo llamé por su nombre pero en diminutivo y me contestó que no le gustaba que lo tratara así,  a lo que contesté que entonces cómo quería que me dirigiera y él contestó que entre ellos se trataban a las patadas.

INTERPRETACIÓN:

La respuesta a la recomendación que le hice a Carlos Dulfay me pareció muy desconcertante y lo mismo me ocurrió con la actitud de Maicol; esto me puso a reflexionar mucho.
Tres de los estudiantes del grado 5° manifiestan actitudes como de niños resentidos, hacen gestos desagradables cuando se les llama la atención y se enojan cuando no quieren ejecutar una determinada actividad, dos de ellos juegan bruscamente y les ponen apodos a sus compañeros.
Pienso que actúan de esta manera porque de pronto no viven con sus progenitores y no existe en la familia un referente de autoridad. De igual manera es muy posible que en su casa también los traten mal y no les reconozcan los logros obtenidos o a lo mejor se implementan pautas de crianza inadecuadas.
Algunas causas o factores que predisponen la agresividad son:
-Por imitación: cuando existe en la escuela, familia o entorno cercano, personas que agraden física o verbalmente, los niños copian modelos y erróneamente aprenden que ésta es la manera de resolver las cosas y conseguir lo que quieren.
-Relaciones conflictivas en el ambiente familiar: Las peleas entre los padres, un ambiente conflictivo, puede inducir al niño a comportarse agresivamente.
-Inadecuados estilos de crianza: cuando se deja hacer al niño lo que quiere y no se le enseña a no agredir a los demás, estará acostumbrado a no respetar normas.
-Cuando existe incongruencia en el comportamiento de los padres: cuando los padres desaprueban la agresión castigándola con su propia agresión física o amenazante hacia el niño. Asimismo se da incongruencia cuando una misma conducta unas veces es castigada y otras ignoradas, o bien, cuando el padre regaña al niño pero la madre no lo hace.
-Falta de afecto hacia el niño: cuando existe negligencia en la crianza de los padres, no se le brinda los cuidados, la educación que necesita, no se felicita sus buenas conductas o sus logros, el niño tratará de llamar la atención de sus progenitores de muchas formas y al no conseguirlo, reaccionará con la agresión como único recurso efectivo.

REFLEXIÓN:

 Los niños necesitan ser guiados y aprender alternativas adecuadas de expresar su enojo, sin hacer daño a los demás ni a sí mismo, de lo contrario tendremos niños con problemas en sus relaciones sociales, incapaces de cumplir normas y probablemente con una autoestima muy frágil por ser rechazados por sus compañeros e inclusive por sus propios familiares.
Algunas alternativas para abordar este tipo de conductas, pueden ser: orientar talleres a padres de familia acerca de las formas que existen para manejar las situaciones de agresividad  o al menos, minimizar sus efectos, tales como: enseñar con el ejemplo, resolver los problemas conversando, no discutir frente a los niños, ya que los padres son el principal modelo de aprendizaje.
 Como alumna maestra debo corregir las conductas inadecuadas que se presenten en el contexto escolar, estimular a los estudiantes cuando sea necesario y felicitar el buen comportamiento mediante palabras y gestos aprobatorios como “lo has hecho muy bien”, “te estás portando bien, me alegro”. También puedo implementar alternativas para descargar la agresividad, como conversar sobre sus sentimientos y deseos y las consecuencias que pueden tener sus reacciones; hacer una salida pedagógica o una caminata. Intervenir en caso de peleas con otros niños,  orientándolos hacia la reflexión, preguntándoles, “cómo te sentirías si te pegaran a ti”. 

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